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Cada diseñador ha conocido a «ese» cliente. El que disecciona cada aspecto de tu trabajo y te pide que cambies lo mismo diez veces. Es como si no hubiera forma de complacerlos.
Pueden ser increíblemente difíciles de manejar. En algunos casos, puede sentirse tentado a despedirlos por completo. Este ciclo aparentemente interminable de revisiones es malo para su cordura y su balance final.
A corto plazo, esto es pura locura. Pasas demasiado tiempo tratando de apaciguar a un cliente cuando otros proyectos fracasan. ¿Quién quiere estar atrapado en este tipo de situación?
¡Te oimos! Sin embargo, no todo son malas noticias. Hay beneficios generales de trabajar con clientes difíciles. Hoy vamos a explorar algunas cosas que puede aprender de una experiencia frustrante.
Un ojo para los detalles
En diseño web, a veces tomamos el camino de menor resistencia. Cuando está presionado por el tiempo, es fácil renunciar a una determinada función porque requiere demasiado esfuerzo.
Esto puede tener sentido en proyectos de bajo presupuesto. En estos casos, debes enfocar tus recursos en las cosas más importantes. Por ejemplo, es más inteligente centrarse en la accesibilidad y la capacidad de respuesta de sus diseños, en lugar de un elegante efecto de desplazamiento de CSS.
Pero a menudo son esos pequeños detalles los que hacen que un sitio web se destaque. Cosas como las microinteracciones, el espaciado y la tipografía cambian las reglas del juego. Pueden convertir una experiencia de usuario aburrida en algo irresistible.
Por extraño que parezca, puede ser necesario que un cliente se centre en la minuciosidad para que nos demos cuenta de esto. Te enseña a abordar el diseño de manera diferente. Descubrirá que lo que puede parecer «muy bueno» en la superficie podría mejorarse con un poco más de creatividad.
Es algo que puede rastrear a lo largo de cada proyecto. E incluso si no cree que un cliente notará conscientemente el esfuerzo, hágalo de todos modos. Sabrás que está ahí.
Habilidades de comunicación mejoradas
Si hay algo que les cuesta entender a los clientes, es la necesidad de comunicarse. Esto no significa que sean expertos dotados. Pero saben la importancia de mantenerse en contacto para sacar adelante un proyecto.
Y esta es un área que puede ser difícil para muchos diseñadores. Algunos de nosotros somos más reactivos que proactivos, en el sentido de que asumimos que todo está bien hasta que escuchamos lo contrario.
Estos clientes pueden enseñarnos algunas lecciones importantes en comunicación. La primera es que desencadenar una avalancha de correos electrónicos o llamadas telefónicas no es una buena estrategia. Esto tiende a hacer que el destinatario quiera esconderse.
La segunda es que necesitamos una cantidad adecuada de comentarios de los clientes. La información que recopilamos ayuda a informar los procesos de diseño y construcción. Sin él, nos quedamos con los juegos de adivinanzas sobre lo que quiere un cliente. Esto puede llevarnos por el camino equivocado.
Por lo tanto, fuertes habilidades de comunicación son esenciales. Y trabajar con clientes difíciles es una forma de mejorarlos. Aprenderá cómo mantenerse en contacto regularmente, hacer las preguntas correctas y explicar de manera efectiva sus decisiones de diseño.
Juicio más agudo
Ya sea que encuentre la experiencia alegre o no, trabajar con un cliente difícil le dará mucha información. Verás qué los motiva, así como cualquier señal de advertencia que hayas pasado por alto al comienzo de la relación.
La ventaja aquí es que comenzarás a ser más exigente con las personas y los proyectos. Esto podría marcar la diferencia para evitar situaciones no deseadas.
Y eso no solo se aplica a los clientes exigentes. También te ayuda a detectar malas ideas, personajes sospechosos y proyectos que no se ajustan a tu nicho.
Por otro lado, proporciona algunas pistas sobre cómo trabajar de manera más inteligente. Aprenda, por ejemplo, cómo resolver problemas potenciales antes de que se conviertan en problemas mayores. O protéjase del avance del alcance.
Estas son lecciones increíblemente valiosas, que le ahorrarán innumerables dolores de cabeza.
Los clientes exigentes tienen un propósito mayor
Tarde o temprano, todos nos encontramos con un cliente que desafía todos nuestros movimientos (y paciencia). No nos lo ponen fácil. Pero también brindan la oportunidad de aprender.
Sin estos clientes, es posible que no prestemos suficiente atención a los detalles. Y nuestras habilidades de comunicación podrían quedarse estancadas en neutral. Peor aún, nuestra conciencia de lo que hace a un buen cliente o un buen proyecto puede no ser tan aguda.
Sí, hay desafíos. Producir un resultado exitoso puede sentirse más como un acto de supervivencia que como un logro. Pero más allá de esas luchas hay una valiosa experiencia de la vida real. Esto es algo que puede servirnos en el futuro.
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